Ana no conoce la diferencia entre azul y rojo.
Cree que el negro es igual que el blanco
ella mezcla todo pero se da cuenta que así
los colores se hacen menos brillantes.
A Ana no le gustan los grises porque no los ve.
“El gris no es un color”, dice.
Ana se despertó amarilla.
Le sonríe a la música y abre a ella la intensidad.
Se hace luz y agua.
Ana prueba lágrimas del río que le espera.
Sale afuera y mira adentro. Mira, toca...
Ana se sintió enorme y chiquita, en un solo instante.
El calor de diciembre, llegó a tiempo.
Ana se encontró con Ana.